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El origen del Apartheid palestino

 

En 1947 la Asamblea General de la ONU decidió dividir Palestina en dos territorios, uno que representaba el 56,5% de las tierras para la población judía y el resto para las personas árabes. Todavía hoy, uno de los conflictos más longevos de la historia es deudor de lo que ocurrió hace 70 años.

 

El 29 de noviembre se cumplen 70 años de la resolución 181 sobre el Plan de Partición de Palestina, mediante la cual la Asamblea General de la ONU tenía que dividir el territorio palestino en dos estados. Se conformaba entonces uno de los conflictos más duraderos de la historia que todavía hoy enfrente a ambas poblaciones de forma asimétrica, y que no tiene visos de resolverse.


También se conformaba entonces lo que ha sido una resolución que nunca se cumpliría. Mientras el Estado de Israel se conformaría el 14 de mayo de 1948 tras la declaración de independencia del líder sionista Ben Gurión, el Estado palestino todavía no existe. Algo que de leerse los diarios de Gurión de aquellas fechas, cuando habla de la población palestina, no era difícil de sospechar: “Tenemos que hacer todo lo posible para garantizar que nunca regresen. Los viejos morirán y los jóvenes olvidarán”.


En 1947, el organismo supranacional de las Naciones Unidas decidió por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones que el Estado de Israel representara el 56,5% del territorio mientras que los palestinos se quedarían con el 43,5%. Resultaba una decisión extraña atendiendo al hecho de que por aquel entonces, la población palestina representaba el 68% de los individuos en el territorio (casi 1,2 millones de personas) mientras que las y los judíos sumaban el 33% (553.000 personas). Más aún: en el año 47 las comunidades judías de Palestina, las Yishuv, poseían entre el 6 y el 11% de las tierras.
La medida quería dar solución a un conflicto que había nacido tras el holocausto. Gran Bretaña, en su lógica de nación imperialista, quería dar casa a los millones de refugiados y refugiadas judías que se esperaban tras el fin de la Primera Guerra Mundial.


Pese a que ventajosa, la resolución fue aceptada a regañadientes por la población judía. Eso no eximió a los lobbies judíos de Estados Unidos y al mismo Estados Unidos para que presionaran fuertemente a los países más pequeños que conformaban la Asamblea General de la ONU con tal de que apoyasen la repartición territorial. De este modo, naciones como Filipinas, Haití o Liberia fueron claves para determinar la geoestratégica de lo que comúnmente se llama Oriente medio. A la postre el sionismo agrupado en la Agencia Judía aceptó la repartición porque necesitaba tener una mayor presencia internacional y un mayor peso diplomática.


Por su parte, la población árabe del territorio palestino y de otros países, nunca aceptó la resolución que violaba la Carta de Naciones Unidas en la que se reconoce que todos los pueblos tienen derecho a decidir sobre su destino. Es por este motivo que, en 1948, el día después de que Gran Bretaña retirara sus tropas de la región, estalló la primera guerra entre las dos poblaciones del territorio Palestino. En 1949 ese conflicto acabó con un armisticio entre Israel, Egipto, Jordania, Líbano y Siria -que también habían participado en la guerra en favor de los y las palestinas-. Lo más sangrante para quienes sufrieron la derrota fue que desde entonces Israel pasó a controlar el 78% del territorio.
Han transcurrido 70 años. Ocho guerras, dos intifadas, un muro y más de 50.000 muertos. Las y los palestinos han perdido gran parte del territorio que se les asigno en 1947; casi todo el territorio que tenían antes de la fecha. La partición ha significado un apartheid en el que todos los países del planeta miran hacia otro lado.

 

 

 

Fuente: Albert Alexandre- Miembro del Consello d'AraInfo.

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