Día Internacional de la Mujer: Cómo las mujeres palestinas lideraron una exitosa resistencia no violenta
Dos mujeres comparten sus historias de cómo protestaron pacíficamente durante ambas Intifadas y desafiaron la ocupación de Israel.
Los movimientos que invitan a las mujeres a ocupar puestos de liderazgo tienen más probabilidades de lograr sus objetivos. Esto se debe a que su uso de tácticas no violentas tiene casi un 100 por ciento más de posibilidades de éxito que las campañas violentas.
Estos son los resultados de un estudio de 323 conflictos políticos principales entre los años 1900-2006.
Los movimientos no violentos tienen menos probabilidades de causar daño físico y generalmente conducen a sociedades más pacíficas y democráticas.
El mayor predictor de la decisión de un movimiento para adoptar la no violencia es su ideología con respecto al papel de la mujer. Cuando un movimiento incluye la igualdad de género en su discurso, aumenta drásticamente las posibilidades de que adopte la no violencia y también aumente la probabilidad de que tenga éxito.
Dos mujeres palestinas compartieron con Al Jazeera sus historias de cómo encabezaron exitosas protestas no violentas contra la ocupación israelí durante la Primera y Segunda Intifada.
Primera Intifada 1987-1993
Después de dos décadas de ocupación militar israelí, fue una camioneta israelí que chocó con un automóvil civil en Gaza, matando a cuatro palestinos, que resultó ser la gota que colmó el vaso.
La gente se enfureció y las protestas estallaron y se extendieron por Cisjordania; se había desatado un levantamiento.
Naila Ayyash tenía alrededor de 20 años en ese momento y pronto vio panfletos distribuidos en Ramallah, en los que se enumeraban las demandas y directrices de los palestinos. Ayyash y su esposo imprimieron los folletos y viajaron a Gaza para distribuirlos.
"Hubo alguna preparación para esta Intifada. La situación sobre el terreno, especialmente en Gaza, se estaba moviendo día a día", señaló Ayyash a Al Jazeera.
"Todos los partidos políticos acordaron estar bajo la unidad de la Intifada. En ese momento, todos los partidos políticos eran muy fuertes, pero especialmente el movimiento de mujeres dentro de los partidos".
Cada facción importante palestina formó un comité de mujeres, disfrazado de grupo de amas de casa. Como era ilegal ser miembro de un partido político y de un sindicato de estudiantes, estos comités de mujeres convocaron a encuentros de punto, de costura y de cocina en público, pero en secreto sus reuniones consistían en planear la Intifada.
La Organización de Liberación de Palestina (OLP) dejó un vacío de liderazgo, ya que muchos fueron exiliados en Túnez después de ser expulsados al Líbano. Innumerables hombres palestinos habían sido deportados, asesinados o encarcelados. Las mujeres llenaron este vacío y formaron la columna vertebral del levantamiento.
Esto marcó la primera vez que las personas estaban tomando medidas sin esperar instrucciones de la OLP en el extranjero. Fueron las mujeres quienes organizaron huelgas civiles masivas y equipos médicos para brindar atención médica, visitaron y apoyaron a las familias de los fallecidos y organizaron lugares alternativos para universidades y escuelas cuando las autoridades israelíes los clausuraron. Si hubo algún problema a nivel gubernamental, las mujeres lo abordaron.
Organizaron un exitoso boicot masivo de productos israelíes que eventualmente obligó al gobierno israelí a negociar, luego de que las firmas israelíes sufrieran bajas en las ventas. Llegaron a un punto tan bajo que el entonces ministro de Relaciones Exteriores israelí, Shimon Peres, advirtió que la economía estaba "en peligro".
Hasta entonces, la economía palestina había dependido de los bienes israelíes, pero las mujeres organizaron cooperativas agrícolas y les enseñaron a las mujeres a cultivar sus propios alimentos en el patio trasero.
"Trabajamos con mujeres para empoderarlas en la sociedad, económicamente, para apoyar a sus familias. Aprendieron a tejer, coser y trabajar en cualquier proyecto tradicional que les ayudaría a obtener un ingreso. Intentamos cambiar la imagen tradicional de las mujeres, especialmente en Gaza ", comentó Ayyash.
Ser mujer en un momento de agitación era una ventaja. A diferencia de los hombres, las mujeres podían moverse más libremente durante las horas de toque de queda. Fueron de un lugar a otro, distribuyendo los comunicados escondidos en los cestos de pan. Las autoridades israelíes nunca las pusieron bajo sospecha.
"La mentalidad de los israelíes era que solo los hombres participaban [en la intifada]", explicó Ayyash. "No creían que estas mujeres estuvieran activas".
A los ojos de esta mujer, la liberación estaba en el horizonte. Habían hecho grandes progresos y estaban seguras de que estaban a punto de obtener un estado independiente de Palestina.
Varias mujeres formaron la delegación palestina que participó en la conferencia de Madrid en 1991, donde exigieron el fin de los asentamientos como una condición previa para las negociaciones.
Sin embargo, simultáneamente y sin saberlo, la OLP estaba firmando un acuerdo secreto con Israel en Noruega, un acuerdo que permitió que la ocupación continuara y trajo mucho menos de lo que negociaron en Madrid.
Su dura negociación en Madrid se detuvo con la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993, con la creación de la Autoridad Palestina, que usurpó su resistencia popular.
La ocupación no solo continuó; empeoró, con más checkpoints (puestos de control militar) y un aumento del 140 por ciento en los colonos israelíes ilegales.
Además, las mujeres necesitarían un tutor para solicitar un pasaporte de la Autoridad Palestina.
A pesar del deterioro de la situación en los territorios palestinos ocupados, Ayyash indicó que la liberación es inevitable.
"La resistencia civil es poderosa porque causa problemas a los israelíes. Les hace ruido", explicó.
"Los palestinos seguirán luchando hasta que obtengan sus derechos. Es difícil y no sé después de cuántos años, pero al final los israelíes deben saber que no hay otra opción. O les dan sus derechos a los palestinos o continúan así. Han intentado todas las opciones para obligar a los palestinos a irse, a renunciar, pero los palestinos continuarán".
Segunda Intifada 2000-2005
Iltizam Morrar alentó a las mujeres a unirse a la campaña no violenta contra el Muro de Apartheid israelí en su pueblo de Budrus en la ocupada Cisjordania [Mersiha Gadzo / Al Jazeera]
En 2003, Iltizam Morrar, de 15 años, de la aldea de Budrus, escuchó acerca de un muro de separación que se estaba construyendo en la ocupada Cisjordania por razones de "seguridad", pero no sabía mucho más sobre el tema ya que no había medios de cobertura y nunca había oído hablar de marchas contra el muro.
Muy pronto, el muro llegó a Budrus, que se extendía a unos 170 kilómetros del extremo norte de Cisjordania en Jenin.
Estaba planeado que el Muro d Apartheid atravesara su aldea, confiscarían alrededor de 2.023 hectáreas de su tierra y arrancarían 3.000 olivos, lo que era crítico para la supervivencia económica de la aldea.
Sus residentes rápidamente se dieron cuenta de que el muro no era sobre seguridad, sino que robaría una gran parte de sus propiedades.
El padre de Iltizam, Ayed Morrar, formó el Comité de Resistencia Popular Contra el Muro, y comenzaron a organizar protestas.
Cuando Iltizam creció escuchando historias sobre cómo su familia participó en la Primera Intifada, estaba ansiosa por contribuir al movimiento de resistencia en Budrus y decidió unirse a las protestas que solo consistían en hombres en ese momento.
Muchas mujeres jóvenes dudaron en unirse a ella en una actividad percibida como "solo para hombres". Inicialmente, logró reunir a cinco compañeras de clase para unirse a ella en la protesta después de la escuela.
Pero, pronto, ella había reunido a más mujeres. Al final de su primera protesta, cuando los hombres comenzaban a irse, las mujeres continuaron protestando y cantando: aún no se iban. A partir de ese momento, cada vez que se anunciaba una protesta en el futuro, los organizadores seguramente dirían: "Todos son bienvenidos, hombres y mujeres".
Una cámara israelí en la distancia tiene vistas al pueblo de Budrus. [Mersiha Gadzo / Al Jazeera]
El movimiento se transformó en una lucha desarmada de 10 meses dirigida por mujeres. Las probabilidades de salvar su pueblo estaban en su contra, pero lograron subvertir el muro planificado que habría destruido su aldea y salvado el 95 por ciento de su tierra.
"Cuantas más personas estén involucradas, más grande es el resultado que se puede esperar de un movimiento así", explicó Iltizam, mientras pasaba por encima de un bote de gas lacrimógeno mientras caminaba por un campo en Budrus.
"Cuando las mujeres comenzaron a participar, el número se duplicó, el movimiento se hizo mucho más grande.
"Si todos participan, significa menos críticas y más aliento de todos... Cuando nos mantenemos unidos, muestra lo que las personas pueden hacer cuando trabajan juntas como comunidad. Fue un movimiento de toda la aldea".
El momento más aterrador para ella fue cuando saltó frente a un bulldozer que estaba destinado a destruir cientos de olivos.
Ese día, se había formado un cordón de aproximadamente 200 soldados israelíes, protegiendo su excavadora y bloqueando a los aldeanos de sus olivos. El bulldozer ya había destruido unos 60 olivos, y, mientras continuaba cavando, los aldeanos no estaban seguros de qué hacer.
"Nunca en mi vida había visto tantos soldados", comentó Iltizam. También fue la primera vez que los aldeanos experimentaron los gases lacrimógenos.
Iltizam, sin embargo, notó un espacio entre un árbol de cactus y los soldados, y lo empujó. De repente, se encontró frente al bulldozer y saltó rápidamente al agujero que estaba cavando, una decisión que puso en peligro su vida. A principios de ese año, un bulldozer israelí había matado a la activista estadounidense, Rachel Corrie, en Gaza cuando hizo el mismo movimiento.
"Estuve mirando todo el tiempo la cara del conductor. Fue tan aterrador. Cualquier movimiento de él me mataría, incluso si fuese por error", dijo Iltizam.
"Pero cuando tienes el objetivo de evitar que la excavadora confisquen la tierra, todo lo que ves es ese objetivo frente a ti... Todo el tiempo te centras en cómo llegar al bulldozer, cómo llegar a los árboles de olivo, cómo ponerse detrás de los soldados".
Sin embargo, los soldados la siguieron rápidamente, rompiendo su cordón, y los aldeanos se apresuraron a enjambrazar el bulldozer. Los soldados y su máquina pronto se vieron obligados a retirarse.
"Fue una gran victoria para todos nosotros. Momentos atrás estábamos desesperados, esperando, de pie, no sabíamos qué hacer... Fue una sensación muy hermosa", dijo Iltizam.
La razón del éxito de los aldeanos en la defensa de Budrus fue que protestaban constantemente, todos los días, explicó Iltizam.
En el momento en que los israelíes comenzaran la construcción, todos serían notificados de inmediato y, en minutos, todo el pueblo se apresuraría a la escena para protestar, hasta que los soldados se retiraban.
"Lo que pasa con Budrus es que era constante. Sabíamos qué hacer, sabíamos lo que queríamos y luchamos por ello a diario", explicó Iltizam.
"Estábamos tan organizados. Teníamos un objetivo que alcanzar y logramos ese objetivo... En Budrus, nuestro objetivo no era hacer choques, los soldados no eran nuestro objetivo. Nuestro objetivo era proteger nuestra tierra".
También se hizo evidente para Ayed que los movimientos que incluyen mujeres tienen resultados drásticamente diferentes a los que no lo hacen.
"Debes usar el 100 por ciento de tu poder y sabemos que las mujeres son la mitad de nuestro poder", apuntó Ayed. "Todo el mundo sabe que las mujeres constituyen la mitad de las personas, pero pocos entienden que las mujeres son la mitad de nuestro poder".
Fuente: Mersiha Gadzo, Al Jazeera / Traducción: Palestinalibre.org