Del otro lado del 'Muro de Apartheid', los palestinos se apresuran a recoger sus olivas
Cada mañana, bajo los rayos picantes del sol de otoño en la Cisjordania ocupada, un grupo de palestinos espera que los soldados israelíes levanten la barrera de un puesto de control para ir a recoger rápidamente sus olivas.
Eso porque los olivos están del otro lado del Muro de Apartheid cuya construcción fue iniciada en 2002 por Israel durante la segunda Intifada (levantamiento palestino), argumentando que debía protegerse de los ataques provenientes de Cisjordania.
"El primer día (de la cosecha), los soldados tardaron mucho, logramos pasar a las 10H00. Esperábamos desde las 07H00-07H30", explica Hani Hreibat, cuyos ojos tienen el color de las hojas de los olivos que se agitan a su alrededor.
En general, él, su familia y familiares lejanos esperan entre media hora y una hora delante de la barrera, cerca del pueblo de al-Sikeh, no lejos de Hebrón, antes de poder ingresar a recoger sus olivas entre unos cuarenta árboles que les pertenecen, de lado israelí.
El tiempo de espera "depende de los oficiales responsables del puesto de control", subraya el palestino de 36 años.
Exhibe un papel, preciosa contraseña que le permite pasar el retén, de domingo a jueves. Con sus dedos y sus uñas ennegrecidos por la tierra y las olivas, señala la fecha: el permiso solo es válido por un mes y medio.
"Los que ya tenían un permiso se lo hacen renovar sin problema, pero en los dos últimos años, familiares trataron de pedir uno para ayudarnos, y no lo obtuvieron", constató este hombre que trabaja el resto del tiempo en la construcción en Israel.
Recolección de antaño
El olivo hace parte del paisaje palestino, tapizando los valles y extendiéndose en terrazas por todo el territorio de Cisjordania, territorio ocupado por Israel desde hace más de cincuenta años.
La llegada del otoño y las primeras lluvias señala para los agricultores el tiempo de la cosecha y, para Hani, el regreso de un ritual para visitar sus tierras: permiso, retén, requisa e inspección por parte de soldados.
El Muro de Apartheid construido tras el levantamiento palestino está conformado en partes por bloques de cemento que forman un muro de varios metros de alto, en otras partes por rejas con extremadas medidas de seguridad.
Su trazado está 85% en la Cisjordania ocupada, según la ONU. Atraviesa de esta manera las tierras de Hani y su familia, y le quita casi la mitad.
Antes de la construcción del imponente muro gris, su casa "estaba a cuatro minutos" de los olivares, añade el palestino.
Él trabaja sobre los tres dunams métricos, equivalentes a 3.000 m2, de tierra que le quedan, atrapados entre la obra de cemento y una carretera en territorio israelí.
Según las autoridades palestinas, el pueblo de al-Sikeh perdió 400 dunams por la construcción de lo que los palestinos apodan el "Muro del Apartheid".
Estamos lejos del paisaje bucólico de las recolecciones de antaño de las que se acuerda Hadieh Abou Aideh, de 58 años. "Antes íbamos a trabajar, nos podíamos quedar en el campo con nuestras ovejas. Nos paseábamos, los niños jugaban.
Poco mantenimiento
Por ahora de ninguna manera se puede deambular por ahí después de tiempo: Hani y los suyos deben estar de regreso a las 16H00 en la barrera para entrar.
Como no pueden llevar sus vehículos, alquilan un tractor de 30 shekels (7,65 euros) por día y por persona.
Hani no tiene derecho a ingresar a su campo sino en dos periodos del año, uno en primavera para preparar los árboles, el otro en el otoño para la cosecha. Pero este año, como la primavera fue lluviosa, no pudo efectuar el trabajo de preparación.
Al tener los olivos de lado israelí, Hani y los suyos escapan a las tensiones en Cisjordania con los colonos.
Las autoridades palestinas dicen que registraron 120 "ataques" y los colonos son acusados de haber cortado ramas, agredido a recolectores o incendiado olivos de palestinos.
La familia de Hani trabaja junta para terminar lo más rápido posible.
Un poco más arriba, Hajja Fatma, su madre, que no camina bien por dolores en la rodilla, selecciona las olivas a la sombra de un árbol, y su camisa con bordados tradicionales se ve salpicada por pequeñas hojas.
Cemento hay ahora donde la familia antes hacía pastar a los animales y cultivaba trigo o cebada. Imposible ahora cultivar algo más que olivas, que tienen la ventaja de requerir poco mantenimiento durante el año.
Mostrando los bloques de cemento, la anciana se lamenta: "¡Esas son nuestras tierras, allá!".
Fuente: Agencia AFP
ESCRIBE SU COMENTARIO