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Edward Said: Oriente visto por sí mismo, y no por Occidente

El escritor palestino recibió junto al judío Barenboim el Príncipe de Asturias de la Concordia. He aquí parte de su ideario

Mucha gente debe creer que Edward Said (1935-2003) fue un palestino musulmán, cuando perteneció a una iglesia cristiana árabe. Su bisabuelo fue el primer protestante nativo que tradujo la Biblia al árabe. Sus padres eran ortodoxos hasta que su padre se pasó al anglicanismo y su madre se hizo baptista. Uno de sus abuelos era ministro baptista. Fue educado tanto en árabe como en inglés. Jamás receló de las religiones con las que tuvo que convivir, sin embargo criticó el secuestro de los sentimientos religiosos por parte de las ideologías políticas. Los cristianos en Palestina siguen siendo minoría. La juventud la pasó en el Líbano y El Cairo donde, en el colegio Victoria, fue compañero de Omar Sharif. Estudió en EE.UU. y fue la mayor parte de su vida catedrático de literatura comparada en Columbia. En el 2002 recibió, junto con Barenboim, el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Una fundación lleva el nombre de ambos.

En este voluminoso tomo se reúnen las más interesantes entrevistas que concedió desde el año 1976 al 2000. En ellas trata, fundamentalmente, sobre el Orientalismo, la cuestión palestina, la crítica literaria, sus autores narrativos y filosóficos favoritos, los nacionalismos, la música, el exilio y un gran etcétera. Said, hasta su pronta muerte, fue uno de los intelectuales más influyentes. Humanista, erudito y de una libertad de pensamiento ejemplar, no estuvo falto de polémicas.Su libro más famoso fueOrientalismo, un estudio del discurso colonial escondido en las teorizaciones intelectuales occidentales sobre el mundo árabe. La imposición de unos criterios europeos para explicar el oriente al margen de la realidad local sociopolítica-cultural.

Saber y poder

Para Said, lo universal siempre se alzaba a expensas de lo nativo. Él mismo se acusó de seguir las reglas que criticaba debido a su educación. Said confronta las lenguas y los estilos literarios con la historia y la política. El orientalismo equivalía, de una forma edulcorada, a una visión imperialista y colonialista. El ensayista palestino estudió las relaciones entre saber y poder, entre representación y autoridad. Sus maestros son Vico, Gramsci y Foucault. Bloom, De Man y Lukács son sus preferencias ensayísticas. No le convence Derrida porque, para él, el estructuralismo tiene una visión pesimista de la libertad: las redes del poder construidas por y alrededor del discurso, despojan a los individuos de la capacidad para resistir el poder o para reescribirlo a fin de recuperar ese albedrío.

Defendió un estado palestino desde el consenso y la paz, siempre excluyó la violencia

¿Los individuos están condenados a habitar las representaciones que usurpan su propia realidad vivida?¿No hay manera de salir de los tópicos orientalistas? El orientalismo siempre había representado un dominio discursivo, un dominio de poder. Said abrió un nuevo camino crítico, estudió los vestigios que había en Oriente de la cultura dominante. Hacer inventario, como a él le gustaba decir siguiendo a Gramsci. Leer literatura fuera de sus contextos y orígenes políticos llevaba a conclusiones parciales.

Un exiliado

¿Cómo liberarse de las ataduras, hábitos, estereotipos y alianzas del pasado? En Cubriendo el islam, rechazó la homogeneización del mundo árabe y defendió la amalgama de culturas, identidades y afiliaciones sobre la base de la paz. Una importante reflexión la utiliza para hablar del antisemitismo (tanto judío como árabe), a raíz de la ideología de Renan. Para Said los sionistas asumieron la imagen de los orientalistas y la aplicaron a los palestinos. El palestino se convirtió en sujeto del orientalismo israelí, al igual que el musulmán y otros habían sido sujetos de los orientalistas coloniales. Said regresó a Palestina, rechazó cualquier ofrecimiento, y volvió a EE.UU. A partir de entonces se consideró un exiliado. Y a este asunto le dedica muchas páginas.

Said no desacredita el esfuerzo erudito de los orientalistas, pero sí su visión del mundo. Defendió la constitución de un estado palestino desde el consenso y la paz, siempre excluyó la violencia. Repite que nadie tiene totalmente la razón.

 

Fuente: César Antonio Molina, ABC.es

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