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En busca de agua limpia en Gaza

Es difícil describir la situación del agua y el saneamiento en el estado de Palestina. Está la situación de Gaza y la de Cisjordania, y en cada una de ellas se dan contextos distintos. Sin embargo, para un niño, o para una familia, lo único que importa es el acceso a agua limpia y saneamiento

Saja Abo Hosoun, de 12 años, llena un bidón de agua con una manguera que está conectada a un tanque de agua cerca de su casa, en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, Estado de Palestina. Cuando se vacía el tanque de agua que hay en el tejado de su casa, la familia depende de un tanque de agua de la calle para abastecer su hogar.

Es difícil describir la situación del agua y el saneamiento en el estado de Palestina. Está la situación de Gaza y la de Cisjordania, y en cada una de ellas se dan contextos distintos. Sin embargo, para un niño, o para una familia, lo único que importa es el acceso a agua limpia y saneamiento.

Por eso, después de tres años trabajando en el estado de Palestina, quería hacer una reflexión sobre la cuestión del agua, el saneamiento y la higiene y lo que UNICEF y sus aliados están haciendo para resolver complejas dificultades.

En Gaza hay una terrible crisis de agua. Más del 90% de los hogares cuentan con un grifo por el que antes fluía agua potable que, en la actualidad, ya no se puede beber.

En los últimos 15 años, la situación en Gaza ha ido de mal en peor: solo uno de cada 10 hogares tiene acceso directo a agua segura.

¿Por qué hay tan poca agua limpia?

Gaza acoge a dos millones de personas: la mitad de ellas, niños.

Solo un 5% del suministro de agua de Gaza procede de Israel. El acuífero costero de Gaza es la fuente de agua principal. Sin embargo, la extracción excesiva está agotándola, ya que la gente no tiene otra elección.

Pero eso no es lo peor: la contaminación y el influjo del agua del mar hacen que solo un 4% del agua del acuífero sea apta para beber. El resto debe purificarse y desalinizarse para que sea potable.

En mis viajes por Gaza me encontré con numerosos pozos privados, la mayoría de ellos, sin regular. Los vendedores privados desalinizan el agua, la venden y la distribuyen a los hogares. Dos terceras partes de esa agua ya está contaminada cuando la distribuyen.

El coste es excepcionalmente alto: 30 sheqels (unos siete dólares) por metro cúbico de agua. En la red municipal, cuesta tan solo uno o dos sheqels por metro cúbico.

                      

© UNICEF/UN068302/El BabaIsraa, de 13 años, sostiene un cubo lleno de agua potable de una fuente de agua pública de Khan Younis, Franja de Gaza, Estado de Palestina. “Tenemos problemas tanto con el agua potable como con la no potable. Podemos llegar a estar hasta tres días sin agua; esto afecta mucho nuestra vida diaria”, asegura Israa.

Las restricciones en el movimiento de bienes y personas que entran y salen de Gaza afecta también la situación en materia de WASH. Además, el equipo que gestiona las redes de agua y saneamiento suele estar limitado.

La violencia también daña la red. La guerra de Gaza de 2014 ocasionó unos 30 millones de dólares en daños a sistemas hidráulicos, como tanques de almacenamiento y estaciones de tuberías y bombeo de agua. Reparar estas infraestructuras lleva tiempo y requiere los equipos adecuados.

¿Qué se puede hacer?

La primera respuesta consiste en desalinizar tanto el agua del acuífero como la del mar. No es algo nuevo, pero existen formas innovadoras de hacerlo de manera más eficiente y asequible.

UNICEF, con fondos de la Unión Europea, construyó la mayor planta de desalinización de agua de mar de Gaza, lo que ha mejorado el acceso de unas 75.000 personas a agua potable. Sin embargo, el hecho de que en Gaza la electricidad solo esté disponible cuatro o cinco horas al día lleva a que la planta solo pueda producir una parte de su capacidad. En la actualidad se está construyendo un campo solar para ayudar a accionar la instalación y poder proporcionar agua segura a 250.000 personas.

Gracias a fondos de USAID, UNICEF también se ha aliado con el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) para desarrollar un nuevo prototipo de desalinización basado en electrodiálisis que, por medio de una corriente eléctrica, extrae partículas de sal del agua.

El prototipo, que podría ser una herramienta definitiva para cambiar la situación del agua en la Franja de Gaza, reduce el gasto energético hasta en un 60%, se activa con energía solar, puede transformar hasta un 90% del agua del acuífero en agua potable y disminuye los costes.

                     

© UNICEF/State of PalestineLa planta de desalinización financiada por la Unión Europea en la Franja de Gaza puede producir 6.000 mde agua potable al día para abastecer de agua potable segura a unos 75.000 palestinos: unos 35.000 de Khan Younis y 40.000 de Rafah.

Como profesional de WASH, considero que se trata de un avance inspirador y emocionante: la combinación de estas ventajas significa que la tecnología también puede funcionar en otros contextos de escasez de agua y energía.

Hay otros pasos importantes. Si se mejora la recogida del agua de lluvia (recoger el agua de lluvia en lugar de dejarla caer), podría utilizarse para recargar el acuífero, mientras que las aguas grises podrían reciclarse para su uso en agricultura y, de este modo, aprovechar mejor los recursos disponibles.

La gente seguirá dependiendo unos años más del agua transportada desde el acuífero. Por ello, hemos de mejorar su regulación y proteger la salud de quienes la beben.

La falta de agua limpia perjudica el saneamiento

El acceso limitado a agua también supone un obstáculo para lavarse las manos, ducharse y limpiar la comida.

Cuando la higiene se ve afectada, aumenta el peligro de contraer enfermedades, sobre todo entre los niños, algo especialmente peligroso en zonas muy pobladas.

Aunque en casi todos los hogares de Gaza hay un retrete, la crisis de la electricidad conlleva una crisis de residuos: las plantas de tratamiento de aguas residuales no pueden funcionar a pleno rendimiento y cada día se bombea al mar el equivalente a 43 piscinas olímpicas de natación de aguas residuales o parcialmente tratadas.

Al final, esas aguas regresan a la costa: casi el 70% de las playas de Gaza están contaminadas.

                      

© UNICEF/UN056281/d’AkiUn niño palestino muestra un folleto con información detallada sobre el funcionamiento de la desalinización, distribuido por los trabajadores del Servicio de Aguas de los Municipios de la Costa de Gaza, en Khan Younis, Franja de Gaza, estado de Palestina.

“Podemos conseguirlo”

UNICEF se centra en hacer realidad el derecho que tienen los niños a contar con agua y saneamiento seguros a corto y largo plazo. Si se hace de una manera eficiente y asequible, puede garantizarse la sostenibilidad.

Todas las personas que conozco son conscientes de que esto les beneficia, por eso tengo esperanza. En la Franja de Gaza hay mucho talento y dedicación por la ingeniería y me siento inspirado por los técnicos que hacen todo lo que pueden para mejorar la situación.

Sin embargo, Gaza necesita normalizarse (que no haya más brotes de violencia, que ningún niño esté en peligro) y recibir más ayuda de la comunidad internacional.

De esa forma, cada uno podrá gestionar su propia situación. Hay una sensación de “podemos conseguir esto en Gaza” para mejorar la salud y el bienestar de los niños y las familias.

Gregor von Medeazza fue Jefe de Agua y Saneamiento de UNICEF en el estado de Palestina.

 

Fuente: Gregor von Medeazza, UNICEF

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