En Palestina la guerra no se detiene
El abuso del gobierno de Israel sobre los territorios palestinos no se detiene ni siquiera ahora, en tiempos de coronavirus y angustia global.
El abuso del gobierno de Israel sobre los territorios palestinos no se detiene ni siquiera ahora, en tiempos de coronavirus y angustia global. Y aunque al principio de la pandemia la tensión entre ambos pareció rebajarse un poco, incluso con expectativas de colaboración, en los últimos días regresaron las bombas y las anexiones. La indolencia absoluta.
La precariedad de Palestina es motivo de pánico para la ONU en medio de la peor emergencia social y económica del siglo. Si los países de Europa no han podido garantizar la asistencia a sus ciudadanos enfermos ¿cómo lo harán unas zonas que malviven desde hace décadas con sistemas sociales frágiles e ingobernables?
En Cisjordania los procesos de anexión por parte del gobierno israelí no se detienen. La máquina gubernamental que pretende disminuir el espacio otorgado legalmente a los palestinos sigue adelante. Sin embargo, el enfrentamiento que más preocupa es el que involucra a la Franja de Gaza, una de las zonas más densamente pobladas del mundo encerrada por un muro infame en el que cohabitan la pobreza con el hacinamiento. Con un sistema de salud precario, apenas existente, el virus puede destrozar a los casi dos millones de palestinos que viven allí. Si bien es cierto que aún los niveles de contagio son menores, es cuestión de tiempo para que la emergencia golpee con toda su fuerza a un lugar que no cuenta, ni siquiera, con agua potable.
En ese espacio, ocupado como ninguno, inhóspito, en ruinas, que dolorosamente soporta los días mientras llega la oleada más fuerte de la enfermedad, Israel soltó sus bombas a finales de marzo. Dijo que lo hizo para responder a Hamas que, refugiada, ataca desde allí. Las Naciones Unidas se tomaron la cabeza cuando oyeron la información. Igual, pero con menor eco, las organizaciones no gubernamentales pidieron interrumpir la barbarie. Ni los ruegos de unos ni las denuncias de otros, ni la alarma de los especialistas en salud, sirvieron.
El resultado fue más escombros sobre los escombros que se amontonan tras años de muerte. Aún cuando el mundo se ha detenido como nunca, la guerra sigue su curso y en pocos lugares las consecuencias de esta locura serán tan palpables como en los dos pequeños espacios que, a punta de abusos, Israel le ha dejado a Palestina.
Fuente: David Santo Gómez, El Colombiano
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