Gaza: Donde los Recuerdos se Convierten en Heridas y el Dolor en Latidos de Vida
Lejos de tu alcance, en un lugar que tus ojos no pueden tocar, hay una tierra que quizás no conozcas como deberías. No necesitas ir allí para sentirla, no porque nunca la hayas visto, sino porque Gaza es mucho más que eso
Gaza: Donde los Recuerdos se Convierten en Heridas y el Dolor en Latidos de Vida
Lejos de tu alcance, en un lugar que tus ojos no pueden tocar, hay una tierra que quizás no conozcas como deberías. No necesitas ir allí para sentirla, no porque nunca la hayas visto, sino porque Gaza es mucho más que eso; está profundamente dentro de ti. Está en cada momento que pasa por tu corazón, muchas veces sin darte cuenta. En los momentos en que sonríes sin razón, la encuentras dentro de ti. Y en los momentos en que crees estar lejos, Gaza se acerca más. No es solo un punto en el mapa.
¿Alguna vez has sentido como si algo extraño estuviera latiendo en tu corazón, algo cuyo origen no puedes identificar? Algo que se mueve dentro de ti sin que puedas controlarlo? Ese sentimiento aparece cada vez que piensas en Gaza o cuando te sientas en silencio y cierras los ojos. No la ves con tus ojos, pero la sientes profundamente. No es una sensación repentina, sino algo que entra suavemente, como un aroma antiguo y profundo— invisible pero presente en cada rincón de tu mente.
Cuando escuchas un sonido que te recuerda a Gaza, puede que sin darte cuenta respires profundamente. Eso es porque sabes que algo más profundo que una simple imagen o historia está llegando a ti. No es solo el dolor que sientes, sino una voz que susurra dentro de tu subconsciente, revelando fragmentos de verdad. La verdad que a menudo ignoramos es que Gaza no es solo una batalla; es una lucha contra el tiempo y contra la propia vida. La tierra allí late en cada momento, pero nunca permanece igual. Cambia cada segundo, como si inhalara los suspiros trágicos del mundo, latiendo intensamente con cada respiración de un niño y con cada mártir que cae.
Imagina, por un momento, estar sentado en silencio cuando de repente aparece la imagen de los ojos de un niño en Gaza. Ojos ardiendo de tristeza infinita bajo una sonrisa débil pero resistente. ¿No es extraño cómo esta imagen se infiltra en ti sin que te des cuenta? ¿Cómo ese niño, al que nunca has conocido, se convierte en parte de cada célula de tu cuerpo? Los sigues a pesar de la distancia, respiras sus murmullos a pesar de los kilómetros. Ves sus sonrisas guardadas por Gaza, aunque sea una ciudad construida de sangre y escombros.
Puede que no lo notes, pero tu mente sigue absorbiendo cada pensamiento, cada sentimiento, como si estuvieras sumergido en una ola invisible. Gaza, a pesar de la sangre, la muerte y la destrucción, sigue viva en cada latido de tu corazón. ¿Alguna vez has sentido un dolor que no es tuyo? Un dolor que no puedes explicar—un dolor que desgarra tu corazón cada vez que piensas en Palestina? Es un dolor que se infiltra en tus rincones más profundos, despertando emociones que no puedes contener. Y cuanto más piensas, más extraño se vuelve: Gaza se entrelaza en ti como si ya fueras parte de esa lucha.
La culpa te acompaña en cada momento porque ahora eres parte de esa memoria. No porque puedas cambiar lo que está sucediendo, sino porque te preguntas cómo tu corazón puede soportar todas estas imágenes. ¿Cómo puedes seguir siendo el mismo después de ver esos rostros inocentes y esas pequeñas manos aferrándose a la vida, incluso cuando la propia vida los abandona?
¿Alguna vez te has preguntado por qué este dolor nunca te abandona? Tal vez no lo notes, pero este dolor ya se ha instalado en tu mente, convirtiéndose en tu compañero constante. Las lágrimas que ves, los rostros inolvidables, los niños que solo conocieron la paz en sus tumbas… Un dolor que parece eterno. Y cada vez que intentas limpiar tu corazón, Gaza vuelve a infiltrarse en ti, acercándose más y más.
¿Estás listo ahora para vivir todo esto? ¿Estás listo para ser parte de la batalla que enfrenta esta gente? Las imágenes de Gaza, cada vez que las encuentras, se convierten en parte de ti. No se tratan solo de lo que ven tus ojos, sino de lo que siente tu alma por dentro. Ese sentimiento nunca desaparece, ese llamado que escucha tu corazón. No lo ves, pero lo sientes, como si lo estuvieras viviendo.
En este mundo, Gaza es tu alma. Es como si libraras su batalla sin armas ni barreras—solo con emociones profundas y dolorosas. ¿Ahora entiendes que Gaza, a pesar de todo, todavía llena tu corazón? Después de todas estas palabras, ¿puedes olvidarlo? No, no lo olvidarás. Este momento resonará dentro de ti, y tu corazón seguirá latiendo al ritmo de esa tierra.
Khaled Darawsheh – Jordania
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