Israel no va a anexionarse el valle del Jordán: ya lo tiene anexionado desde un día como hoy en 1967
El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, ha prometido que anexionará parte de los territorios palestinos de Cisjordania y el Valle del Jordán este verano. Hace 43 años, Israel ya los ocupó, entre ellos, el fértil valle del Jordán. Lo que hoy en día quiere el Estado sionista es un mero cambio de administración territorial de un territorio ocupado.
Las declaraciones del primer ministro israelí Benyamin Netanyahu de “extender la soberanía israelí sobre el valle de Jordán y partes de la Cisjordania” no cambiarán nada sobre el terreno. Las zonas objeto de “anexión” ya están ocupadas, limpiadas étnicamente y explotadas totalmente por el Estado sionista.
Lo que hace Netanyahu es una demostración teatral de sus músculos políticos para seguir impresionando el publico israelí, y mostrarse como el hombre fuerte de Israel. Una “fuerza” necesaria para que dicho público sigue perdonando su corrupción, y que dé a su partido Likud más votos que al resto de partidos sionistas. La decisión de anexionar el valle de Jordán y partes de la Cisjordania es, al fin y al cabo, el primer cambio administrativo desde su ocupación por el Ejército israelí hace 43 años.
En 1967, durante la llamada Guerra de los Seis Días, Israel derrotó a seis ejércitos árabes y ocupó el resto de Palestina (Cisjordania y la franja de Gaza), la meseta siria del Golán, la península desértica del Sinaí y el enclave jordano Algamr. La derrota arrolladora árabe fue resultado inevitable de defectos sistemáticos. Los regímenes árabes con su mentalidad “de pelea” pensaron que amenazar con armamento moderno sin organización, pero sobre todo sin decisión de ataque, sería suficiente para bloquear la codicia israelí.
El agua, uno de los motivos de las ambiciones territoriales sionistas
Al comienzo de los años 60, Israel empezó sus proyectos para privar a Siria de los recursos hidráulicos del lago de Tiberíades y del río Jordán. Dichos proyectos impuestos por ataques militares israelíes contra Siria llevaron a la activación mal calculada del acuerdo árabe de defensa conjunta. Cabe mencionar que muchos afluentes importantes del Jordán y el lago de Tiberíades nacen en la meseta Siria del Golán que fue ocupada en 1967.
Las fanfarronadas antijudías de la radio de El Cairo que querían “echar a los judíos al mar” (una reivindicación que nunca ha sido palestina) dieron el pretexto perfecto al régimen sionista que se preparaba para el ataque desde 1959. De hecho, las violaciones israelíes de los espacios aéreos y territorios de Egipto, Jordania, Siria y el Líbano eran una rutina militar israelí.
La fase primera del ataque israelí se llamó Operación “Moked” (en hebreo: Foco). La operación consistía en un ataque aéreo súper sincronizado contra todas las bases aéreas de los Ejércitos del aire egipcio, sirio, jordano y parte del iraquí.
La zona del valle del Jordán forma parte de la Cisjordania, parte palestina limítrofe al río Jordán. Las comunidades palestinas de esta zona rica en agua sufrieron varias oleadas de expulsión y confiscación de tierras para la construcción de asentamientos.
Desde la ocupación de la zona en 1967, los diferentes gobiernos de “izquierda” israelí implementaron varios proyectos de construcción de asentamientos, carreteras e infraestructuras para el uso exclusivo de los colonos israelíes. Dichos proyectos comenzaron por la limpieza étnica de las poblaciones palestinas en una franja de un promedio de 10 kilómetros a lo largo del río Jordán y el mar Muerto.
Datiles israelíes en tierra palestina confiscada en el valle del Jordán. Foto: Zev Reinstein
Imponer lo arbitrario como algo aleatorio
Aunque las resoluciones internacionales dejan claro que los territorios controlados por Israel desde 1967 son territorios ocupados y que Israel es la potencia ocupante, el régimen sionista de Israel sigue intentando cambiar los papeles, considerando hechos consumados como realidad.
La limpieza étnica llevada a cabo en el valle del Jordán desde su ocupación por el Estado sionista en 1967 expulsó a más de 50.000 personas. Hoy por hoy, más del 88% de la superficie de dicha zona está confiscada para el uso exclusivo de 9.500 colonos sionistas. En dichas zonas, Israel planta plátanos y los dátiles “Medjool” que se encuentran en las estanterías de casi todos los supermercados españoles y europeos. Es de dicha zona que provienen productos cosméticos del mar Muerto, como los de la marca “Ahava”.
El caso del valle del Jordán es la repetición del caso de la meseta del Golán. Se trata de una zona muy fértil y rica con agua, casi “limpia” de sus habitantes autóctonos y donde Israel planta productos para exportar, también manzanas y vino.
La jugada israelí es sencilla: entramos con fuerza armada, matamos y asustamos para que la gente escape por su propio pie, después, ahogamos a la gente restante que queda. El ahogamiento empieza con la confiscación de grandes parcelas de tierra para el uso “militar”. Luego, las unidades “vanguardistas” del Ejército y la juventud sionista construyen puestos rudimentarios de avanzada. El puesto necesitará, luz, agua y carretera. Habrá, posteriormente, más familias que exigen poder plantar para comer, escuelas para hijos e hijas y clínicas. Es así como dichos focos se convierten en “localidades” que necesitan estar con el resto del “país israelí”. En otras palabras: que merecen ser anexionadas.
Israel borra la diferencia semántica entre anexión, ocupación, población y asentamiento
Netanyahu presentando su plan de anexion. Foto: Amir Cohen
El movimiento sionista estableció en Palestina desde mitad del siglo XIX muchas “cooperativas” para “poblar” Palestina, o, mejor dicho, llenarla con inmigración judía sionista. Esta fase duró hasta 1948, hasta la limpieza étnica a gran escala, cometida contra el pueblo nativo palestino conocida como la Nakba. Dicha fase se llama en hebreo “Yishuv”, es decir, “asentamiento”. Dichos asentamientos se convirtieron en ciudades y eso dio la apariencia a un pre-Israel de ser un “Estado no declarado” hasta la Nakba de 1948.
Jerusalén-Oeste no existía. Existían pueblos palestinos y unos asentamientos judíos en los suburbios de la ciudad. Durante la Nakba, las organizaciones terroristas sionistas masacraron y expulsaron a los pueblos palestinos y así se creó una “Jerusalén Oeste” donde se construyó la Knesset y otras sedes importantes del Estado Israelí. Tras invadir la verdadera ciudad de Jerusalén, la “Jerusalén Este”, en 1967 y unificarla con la “Jerusalén Oeste”, Israel trasladó la sede del gobierno y la residencia del primer ministro. Desde entonces, Israel recibe las visitas oficiales en Jerusalén porque los edificios oficiales están allí, así que con el tiempo, este hecho consumado, abrió el camino a declarar (por parte de EEUU) Jerusalén como “capital de Israel”.
La anexión del Jordán tuvo lugar prácticamente en 1967. Lo que está ocurriendo hoy en día es un cambio de apelación, una muestra de heroísmo falso de unos políticos israelíes involucrados en crímenes de guerra contra el pueblo palestino y hundidos en corrupción a nivel interior.
La anexión del valle del Jordán no sale de este paradigma sionista. Israel es un melting pot semántico colonialista. Lo que el régimen sionista de Israel hizo y hace en Palestina es esencialmente una limpieza étnica acompañada con cambios de administración territorial. Lo que más duele a Israel es la deslegitimización entrelazada con el boicot económico, académico, cultural, artístico y deportivo.
Según el Instituto de Seguridad israelí (INSS), BDS (la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel) es un peligro existencial para el Estado de Israel. Efectivamente, el BDS es un peligro para el colonialismo sionista, la limpieza étnica, el racismo, la ocupación, la violencia, el robo de la identidad judía y el negacionismo de los derechos del pueblo palestino. El BDS es la herramienta disponible, de momento, para luchar contra la esencia sionista de la administración territorial israelí.
Fuente: Mussa'ab Bashir, AraInfo · Diario Libre d'Aragón
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