Israel se niega a parar la matanza en Gaza hasta cumplir sus 'objetivos'
Ni los intentos de mediación de la ONU, Egipto y Qatar ni las decenas de víctimas –al menos 67– han hecho que Israel detenga la ofensiva contra Gaza, y no lo hará hasta «alcanzar sus objetivos».
«Israel responderá cada vez con más firmeza» frente a «enemigos en el exterior y alborotadores en el interior», insistió ayer el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, después de tres días de bombardeos continuos sobre la Franja de Gaza.
Netanyahu confirmó a su gabinete que rechazó una propuesta de alto el fuego, mientras la cifra de muertos llegaba anoche a los 67, además de cientos de heridos –al menos 320–, muchos de ellos rescatados de las ruinas humeantes de edificios derrumbados por las bombas israelíes.
Las viviendas y las víctimas civiles como objetivo –al menos 17 niños muertos– no suponen obstáculo para Israel, cuyo ministro de Defensa, Benny Gantz, reiteró que «no escucharemos discursos moralistas. El Ejército continuará atacando para asegurar una calma total y duradera y no se prepara para un alto el fuego. Ahora mismo no hay fecha de finalización para la operación».
Desde el lunes, Israel ha lanzado cientos de ataques aéreos contra Gaza y ayer aseguró haber eliminado simultáneamente a diez altos mandos de Hamas en bombardeos que incluyeron una operación de inteligencia contra «el mando militar supremo» de las Brigadas Ezzedine al-Qassam.
«Esto es solo el comienzo», alertó el jefe de Gobierno en funciones. Las Brigadas al-Qassam, brazo armado de Hamas, confirmaron la muerte de uno de su líderes, Bassem Issa, comandante en la ciudad de Gaza.
Además, Israel destruyó por completo un edificio de diez plantas, la torre Al-Shoruk, donde tenía sus oficinas la cadena de televisión Al-Aqsa, entre otros medios de comunicación y empresas. Se trata del tercer gran edificio destruido desde el lunes.
Según Hamas, más de 500 edificios residenciales han sido bombardeados, así como 52 instalaciones gubernamentales, principalmente estaciones de policía y asociaciones vinculadas al movimiento islamista.
Como respuesta, el movimiento islamista lanzó 130 cohetes más hacia Tel Aviv. Las milicias de Hamas y la Yihad Islámica han lanzado ya más de un millar de proyectiles. Ayer algunos se dirigieron a instalaciones gasísticas y a la ciudad de Dimona, donde se encuentra una planta nuclear.
Al menos siete personas han muerto en territorio israelí, entre ellas un niño, y también se han registrado daños en viviendas y vehículos como consecuencia de estos disparos. Ayer falleció también un soldado israelí cerca de la Franja por el impacto de un misil antitanque contra un vehículo blindado.
Pese a lo asimétrico del enfrentamiento, el enviado de la ONU para Oriente Medio, Tor Wennesland, advirtió de que la situación se encamina a «una guerra a gran escala». Añadió que «una guerra en Gaza sería devastadora y la gente corriente pagaría por ella» en este microterritorio palestino de dos millones de habitantes bloqueados, con la infraestructura básica destruida por anteriores ataques y socavados por una tasa de desempleo cercana al 50% y la pandemia.
Mientras, los llamamientos occidentales, de la UE o de la ONU a la «desescalada» se dirigen a las dos partes cuando no exclusivamente a condenar la respuesta palestina, lo que daba a Israel cobertura para continuar sin objeciones su ofensiva.
Como en anteriores ocasiones, la ONU, Egipto y Qatar intentan negociar una tregua, según confirmó el portavoz de Hamas en la Franja, Fawzi Barhum, pero Israel rehusa cualquier alto fuego argumentando que aún no ha concluido sus «objetivos», que para Netanyahu se mezclan también con su precaria situación interna, intentando aferrarse al poder, juzgado por corrupción y con una crisis política que dura ya dos años.
Por su parte, Hamas anunció que continuará respondiendo. «Si (Israel) quiere una escalada, la resistencia está lista (...)», advirtió su líder, Ismail Haniyeh, exigiendo a las fuerzas israelíes que se retiren de la Explanada de las Mezquitas, cuya ocupación fue uno de los detonantes de la actual crisis, junto a las expulsiones de familias palestinas de sus viviendas en Jerusalén.
Sobre las posibilidades de un alto el fuego, Barhum declaró que no lo aceptarán «antes de detener los ataques en Jerusalén y los ataques aéreos en la Franja de Gaza».
La población palestina de 1948, blanco de la hostilidad sionista
La actual crisis ha desbordado a Jerusalén, –donde estalló tras la ocupación de Mezquita de Al Qsa y las medidas de expulsión de palestinos de sus hogares– y va más allá incluso de la respuesta desde Gaza. Se extiende por toda Palestina, incluida Cisjordania y la tierra sobre el que Israel levantó su Estado en 1948. Los palestinos que permanecieron en él y sus descendientes que se han sumado a las protestas son ahora blanco de la hostilidad sionista. Lod, ciudad en la que un manifestante árabe murió el lunes por disparos de un ciudadano judío, es el principal escenario de enfrentamientos y ataques contra palestinos.
Según su alcalde, Lod se encuentra al borde de una «guerra civil» y ayer amaneció bajo toque de queda, después de una jornada con más de 270 detenidos. Las calles militarizadas no impidieron que por la noche volvieran los incidentes. «Nos quisieron linchar. Preguntaban a la gente en la calle si eran árabes o judíos y si eran árabes les pegaban, mientras la Policía simplemente miraba», denunció un vecino. El polvorín se venía alimentando desde hace años. La población palestina (un 40%) acusa al Ayuntamiento de haber impulsado la implantación de judíos extremistas para cambiar la demografía de la ciudad.
En Tel Aviv, comercios regentados por palestinos fueron atacados y en Acre, sionistas tomaron las calles al grito de «muerte a los árabes». También palestinos de Haifa expresaron su temor a ser linchados por bandas de judíos que quemaron establecimientos. Sin embargo, el presidente israelí, Reuven Rivlin, denunció un «pogromo» contra los judíos por la quema de propiedades por parte de manifestantes que se enfrentaron a la Policía israelí. En Cisjordania, el Ejército mató a tres personas en las protestas, una de ellas un menor de edad.
Fuente: www.naiz.eus
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