La falta de electricidad y combustible asfixia a los hospitales de Gaza
En el centro sanitario de Beit Hanún, la luz dura entre 6 y 8 horas y casi no disponen de combustible para funcionar el resto de la jornada
En la sala infantil de diálisis y quimioterapia del Hospital Al Rantisi de Gaza, varios niños y una niña, conectados a máquinas, ven dibujos en la televisión, leen cuentos o dormitan.
“A Ghasem no le funcionan los riñones y desde hace dos años venimos tres veces por semana para la diálisis”, explica Abir Haman. Su hijo Ghasem, de 13 años, lleva una hora de tratamiento y aún le quedan tres.
“Esperamos poder acabar la sesión hoy. Se hace cuando hay electricidad, aunque a veces se corta, el tratamiento se queda a medias y tenemos que volver a la mañana siguiente. Tienen generadores, pero hay problemas de combustible”, cuenta Haman.
“Atendemos cada día a unos 200 niños que siguen terapias o vienen a consultas externas, e ingresados tenemos a unos 50. Sufren cáncer, problemas cardíacos, renales o respiratorios”, señala el director del Hospital Al Rantisi, Mohamad Abu Salmiyeh.
Situación muy crítica
“La electricidad nos llega unas diez horas al día, el suministro mejoró gracias al dinero que Catar mandó a Gaza. El resto de la jornada necesitamos los generadores. Estamos en una situación muy crítica, tenemos un nivel de combustible muy bajo”, dice Abu Salmiyeh.
En este hospital, la diálisis, la quimioterapia y los TAC, resonancias y radiografías se programan las horas en que hay electricidad, cuando funciona también la calefacción. Las 14 horas restantes el centro tendría que calentarse con fuel, pero como queda muy poco, se reserva para emergencias y el edificio está helado. Abu Salmiyeh asegura que el centro no dispone de fondos para pagar el combustible. “Siempre hemos recibido donaciones de oenegés o de organizaciones internacionales públicas (OIG)”, indica.
Todos los hospitales de Gaza sufren la misma situación. En el de Beit Hanún, en el norte de la franja, la electricidad llega estos días entre 6 y 8 horas y casi no disponen de combustible para funcionar el resto de la jornada, según explica F. A. Shrain, enfermera jefa del hospital.
“Tenemos tres generadores que necesitan entre 500 y 600 litros de fuel diarios. Antes de la crisis de energía hacíamos entre 30 y 40 operaciones semanales. Pero ahora no. Hemos cerrado dos quirófanos, los laboratorios solo funcionan cuando llega la electricidad, y no hacemos pruebas como rayos x, TAC o ecografías”, comenta Shrain.
Operaciones de oído
El hospital de Beit Hanún es el único del norte de Gaza especializado en cirugía pediátrica y de oído y nariz para niños y adultos. Tiene 66 camas y en las consultas externas atiende a unos 150 pacientes al día.
Gracias a una donación de 2.000 litros de combustible, los cirujanos han podido practicar 13 pequeñas operaciones de oído. Pero el fuel no llega para mantener el sistema de calefacción encendido.
Donde no han podido cerrar ningún servicio, a pesar de la falta de combustible, es en la unidad de cuidados intensivos de Neonatología del Hospital Pediátrico Al Nasser de Gaza ciudad, según explica su jefa, la doctora Sherin N. Abed.
“Hay cortes de electricidad siempre y falta de fuel en muchas ocasiones. Forma parte de la situación que nos provoca el bloqueo (israelí). Estos problemas ponen en peligro a nuestros bebés. Necesitamos electricidad para las incubadoras, ventiladores (máquina para respiración artificial), bombas”, señala Abed.
En Al Naser recurre a la ventilación manual para los bebés si no hay electricidad ni combustible. “Es peligroso para los niños y estresa mucho al personal. Una enfermera suele encargarse de dos o tres bebés y tiene que correr constantemente para darles ventilación a todos. Pedimos ayuda a otros departamentos para no poner en peligro la vida de los niños”, añade la doctora.
Situaciones límite
En la unidad que dirige estuvieron ingresados el año pasado 1.700 recién nacidos de entre 0 y 28 días. En verano ya sufrieron graves problemas por los cortes de electricidad y la falta de combustible para generadores. El personal está bien preparado para situaciones límite, pero además de faltarle medios, cobra solo parte de su salario o no lo recibe puntualmente.
“Algunos compañeros vienen al hospital caminando largas distancias porque no pueden pagarse el transporte”, comenta Abed.
Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el ministerio de Sanidad de la franja han advertido de que se producirá “una catástrofe” si los centros médicos no reciben más combustible.
En 2017, el presidente palestino, Mahmud Abás, cortó la financiación de la ANP del fuel para Gaza y la de varios medicamentos, como parte de una serie de medidas para presionar al grupo islamista Hamás, que controla Gaza, y aumentó el sufrimiento de los gazatís.
Toma de poder
Hamás y el movimiento Al Fatá de Abás, que gobierna en Cisjordania, están enemistados desde que en el 2007 los islamistas tomaron el poder en Gaza.
“Lo que necesitamos no es fuel sino arreglar el problema de la electricidad, pero Israel quiere que se la compremos y la pague la ANP. El principal obstáculo es el bloqueo impuesto por Israel, pero la Autoridad Palestina es responsable por imponer medidas que castigan a su propio pueblo”, opina el director del Centro Palestino para los Derechos Humanos, Raji Sourani.
El Coordinador Humanitario de la ONU de los territorios palestinos ocupados, Jamie McGoldrick, vaticinó a finales del 2018 que “el grave desastre humanitario empeorará” en 2019 por la escasez de combustible y subrayó la necesidad de conseguir dos millones de dólares para “salvar vidas en hospitales y clínicas”.
Fuente: La Jornada de España
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