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La guerra de Israel contra los fotógrafos

Hossam Shaker

En medio de la matanza continua de manifestantes palestinos indefensos, el gobierno israelí está involucrado en una guerra feroz y multifacética con los fotógrafos, que lleva a cabo o disparándoles o criminalizándolos.

 

Las autoridades de la ocupación israelí temen que las imágenes y videos de los fotógrafos expongan su brutalidad, constituyendo pruebas para procesar a oficiales y soldados conforme a los procedimientos de la justicia penal internacional.

 

En el pasado, era raro que periodistas profesionales consiguieran llegar a las localizaciones donde Israel cometía sus crímenes a tiempo para grabarlas, ya que el ejército declaraba esos lugares zonas militares cerradas. Las fotografías no eran la causa de preocupación para los israelíes que son hoy en día. La mayoría de los asesinatos y abusos que cometieron en el pasado los soldados y colonos israelíes se perpetraron lejos del escrutinio de la lente; solamente unos pocos incidentes fueron documentado, y, a menudo, provocaron una gran indignación mundial.

 

Esto sucedió durante la Primera Intifada, que estalló a finales de 1987 y duró varios años. Un fotógrafo captó imágenes muy duras de soldados rompiendo los huesos de jóvenes palestinos. Se mostraba a soldados rodeando a grupos de hombres esposados con los ojos vendados antes de empezar a golpearles con piedras hasta romperles los brazos.

 

También aparecieron imágenes de niños palestinos utilizados como escudos humanos. Los soldados israelíes les ataban a los parachoques de sus vehículos para protegerse de quienes les lanzaban piedras. Al final de septiembre del 2000, el nombre de Mohammad al-Durra era conocido en todo el mundo después de que le dispararan y asesinaran en los brazos de su padre, a pesar de que este último pedía sin parar a los soldados que dejaran de disparar. La escena terminó con Abu Mohammad derrumbándose sobre el cuerpo de su hijo.

 

En 2003, varios fotógrafos documentaron como una excavadora israelí aplastaba hasta la muerte a la activista Rachel Corrie. La ciudadana estadounidense protestaba contra la destrucción de viviendas palestinas en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. En 2006, las cámaras también captaron la expresión del rostro de la joven Huda Ghalia en la playa de Gaza después de que un barco armado israelí asesinara a la mayoría de los miembros de su familia.

 

Estos y otros acontecimientos precedieron al uso de los palestinos de smartphones con acceso a las redes sociales. Este desarrollo tecnológico preocupa a los israelíes. Mientras que los soldados van equipados con armas mortíferas, los palestinos y activistas se arman con sus teléfonos, con los que pueden exponer a tiempo real las acciones de los soldados, algo que, algún día, podría bastar para condenarles en un tribunal internacional.

 

Antes, las víctimas palestinas de la brutalidad israelí eran meras estadísticas publicadas en las noticias, pero la nueva generación de periodistas civiles lleva sus muertes y sus vidas al dominio público del mundo entero en cuestión de segundos. Todo el mundo puede acercarse a ellos, conocerlos, sentir su dolor y su angustia, y simpatizar con su tragedia. La fotografía moderna de alta resolución se utiliza para documentar los crímenes de guerra israelíes, que Israel teme debido a las consecuencias. Esto se ha expresado oficialmente con advertencias sobre “dañar la moral de los soldados”.

 

Los asesinatos masivos cometidos por los francotiradores israelíes en la frontera de la Franja de Gaza hace unas pocas semanas marcaron un punto de inflexión en este aspecto. Las masacre de manifestantes pacíficos y la enorme cifra de heridos provocaron indignación global, tanta, que ni siquiera el lobby pro-israelí ha podido justificar las acciones de Israel frente a los medios estadounidenses y europeos.

 

Las llamadas Fuerzas de Defensa Israelíes temen que las grabaciones que documentan los crímenes de sus soldados se utilicen para procesarles. Han aparecido imágenes de soldados en una de las colinas cercanas a la frontera de Gaza, desde la que disparaban a los manifestantes palestinos, y donde después celebraban las heridas que infligían. Este material es único, aunque, a menudo, los soldados israelíes se han comportado así tras disparar a palestinos en sus casas.

 

Por eso el gobierno ha introducido un proyecto de ley en el parlamento – la Knesset – que ilegalizará fotografiar a soldados mientras realizan sus deberes, independientemente de si estos deberes contradicen el derecho internacional. La primera lectura de esta ley se aprobó el 20 de junio.

 

Así es como el gobierno israelí declara la guerra a los fotógrafos. Israel y su ejército quieren esconder ciertas cosas ante el mundo, ya que la mayoría de las personas de la Tierra las considerarían repulsivas.

 

También es destacable que, durante las protestas de la Gran Marcha del Retorno, los francotiradores israelíes disparaban a los periodistas profesionales, a pesar de que llevaban visibles insignias de “PRENSA” en sus chalecos. Atacaban en particular a los cámaras. El asesinato del fotoperiodista Yasser Murtaja se ha convertido en un símbolo de los sacrificios de los periodistas en el territorio sitiado.

 

Si las imágenes de la línea de frente ya no están al alcance de testigos independientes de los crímenes de Israel, podemos estar seguros de que la maquinaria propagandística del gobierno intentará “demostrar” que los soldados actuaron en “defensa propia”. Los israelíes harán lo que sea por encubrir sus crímenes de guerra e intentar justificar lo injustificable. Debe permitirse que los fotógrafos y periodistas puedan hacer su trabajo libres de violencia y sin sentirse amenazados.

 

 

 

Hossam Shaker

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