La Franja de Gaza se hunde en el aislamiento más absoluto
Hundida en la miseria, la población de la Franja de Gaza no alberga ninguna esperanza de superar las tribulaciones de su crisis permanente. El lavado de manos de los líderes europeos niega cualquier horizonte político. La esperanza de una solución pende ahora de Joe Biden, quien tendrá que enfrentarse al poderoso lobby judío, al Congreso y el Senado si quiere cumplir su promesa de crear un estado palestino en la Franja de Gaza y Cisjordania.
Por Eugenio García Gascón
Una de las cuestiones palestinas más candentes de cara al futuro es el destino que espera a la Franja de Gaza. Gobernada por Hamás desde 2007, después de haber ganado las elecciones del año anterior, la Franja constituye en un pequeño territorio en el que viven más de dos millones de palestinos en unas condiciones infrahumanas y sin perspectivas de cambio.
Mientras la comunidad internacional rechaza cualquier diálogo con Hamás, los líderes occidentales únicamente se permiten una discreta relación humanitaria con su población, poniendo un parche aquí y otro allá pero sin mejorar nunca sus condiciones de vida, una situación que solo sirve a los intereses de Israel.
Cualquier clase de contacto político con Hamás está prohibido. Los cónsules europeos que residen en Jerusalén viajan periódicamente a la Franja pero se andan con mucho cuidado para no violar las órdenes recibidas de las capitales europeas y evitan cualquier relación directa con los gobernantes de Hamás que enfurecería a Israel.
A Palestinian Statelet, un artículo de José Vericat aparecido en el último número de Journal of Palestine Studies, aborda con franqueza la situación política de la Franja, pronosticando que el pequeño territorio está destinado a convertirse en un exiguo estado desconectado del resto de Palestina.
El autor ha sido en los últimos años representante de The Carter Center para Israel y Palestina, una posición con base en Jerusalén que le ha permitido profundizar en el conocimiento del conflicto, un tema que ha estudiado durante años, primero directamente como residente en la ciudad de Gaza y luego académicamente por medio de su tesis doctoral en la Universidad de Oxford.
Los líderes de Fatah que gobiernan sui géneris los enclaves palestinos de la Cisjordania ocupada denuncian continuamente que Hamás quiere establecer en la Franja un "emirato" desconectado de Cisjordania y que ese también es el objetivo de Israel.
Las negociaciones que periódicamente han conducido representantes de Hamás y Fatah no han dado frutos. El objetivo de Fatah es que Hamás desaparezca para siempre y regresar a la situación que existió hasta 2007, cuando Gaza estaba en manos del turbio y poco fiable Mohammad Dahlan, un estrecho aliado de Israel que en la actualidad reside en los Emiratos Árabes Unidos y aspira a suceder al octogenario presidente Mahmud Abás con el apoyo de Israel.
Vericat sostiene que el futuro de la Franja ya ha sido determinado por Israel con el eslogan "Gaza es Palestina", un enfoque que dice mucho también en relación con el futuro de Cisjordania. Las políticas israelíes están llevando a Cisjordania a un callejón sin salida, con un número creciente de colonos judíos y una anexión irreversible que solo se podría detener con una intervención enérgica de EEUU y Europa que no se va a producir.
El eslogan "Gaza es Palestina" se ha intensificado durante la administración del presidente Donald Trump, que ha permitido a Israel hacer todo lo que ha querido en Cisjordania, castigando además a la Franja con saña, manteniendo el férreo bloqueo y el aislamiento internacional que hipócritamente respaldan las capitales europeas.
En realidad, el inicio de la segmentación de Palestina se remonta a tres décadas, cuando se celebró la Conferencia de Madrid y le siguieron los acuerdos de Oslo. Solo una ínfima parte de la población de la Franja ha sido autorizada para visitar las calles de Jerusalén o rezar en la mezquita Al Aqsa durante todos esos años, y la mayor parte de los afortunados lo hicieron en los años noventa. El conjunto de los palestinos está condenado a permanecer encerrado bajo unas limitadas condiciones de vida.
Paralelamente, Hamás está siendo perseguida sin descanso en Cisjordania, tanto por Israel como por la Autoridad Palestina, que actúa como brazo ejecutor de Israel. La estructura de Hamás en Cisjordania se ha desmantelado y sus cuadros están encerrados en las prisiones palestinas o israelíes. Cualquier intento de asomar la cabeza se corta de raíz.
Los gazatíes, concluye Vericat, han perdido cualquier sentido de horizonte político, una situación que se ha agravado con la pandemia del Covid-19, confirmando que ni siquiera una emergencia sanitaria de esa naturaleza puede unificar las filas de Hamás y de Fatah. Al contrario, las dos fuerzas que gobiernan los territorios palestinos se han enrocado en sus respectivos feudos.
En este contexto, con los palestinos castigados por países árabes como Egipto Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, las posibilidades de superar la situación son prácticamente nulas, máxime si atendemos al llamado "acuerdo del siglo" que la administración de Donald Trump anunció el 28 de enero, un plan cuyo objetivo central consiste en consolidar la ocupación israelí y evitar una solución pacífica del conflicto.
El cambio de administración en Washington previsto para el 20 de enero no es muy esperanzador. Aunque el demócrata Joe Biden ha indicado que es partidario de crear un estado palestino, el todavía presidente electo tendrá que luchar a muerte con el Senado y el Congreso para llevar adelante esa iniciativa, y antes tiene que atender una multitud de problemas en todos los frentes que no le dejarán dedicarle demasiado tiempo a la cuestión palestina.
Fuente: www.publico.es
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