Para Israel, la sangre palestina no sólo es barata, sino que no vale nada
Quienes se interesan por los derechos humanos deberían recordar el nombre de Omar Haitham Al-Badawi, del campo de refugiados Al-Arroub, cerca de Hebrón
Foto: Las huérfanas de Bahaa’ Abo al-Ata y de su esposa Asmaa, asesinados por un ataque aéreo israelí contra su casa mientras dormían al amanecer del 12 de noviembre en Gaza.
Quienes se interesan por los derechos humanos deberían recordar el nombre de Omar Haitham Al-Badawi, del campo de refugiados Al-Arroub, cerca de Hebrón. Omar fue alcanzado por disparos israelíes en la puerta de su casa. Un testigo presencial relató que un cartucho de gas lacrimógeno había iniciado un fuego en un área cercana a su vivienda. Omar sacó una toalla de su casa y le indicó a un soldado israelí que iba a intentar apagar el fuego. Ese mismo soldado le disparó en el pecho. Minutos más tarde sucumbió a sus heridas en un hospital de Hebrón.
Omar Haitham Al-Badawi (22) fue asesinado a tiros frente a su casa por las fuerzas israelíes. (Twitter).
El incidente no tuvo lugar en Israel, sino en Cisjordania ocupada ilegalmente. El hombre inocente no representaba ninguna amenaza. Pero sólo es un palestino, un número, un inconveniente. Si hubiera abandonado su patria por propia voluntad, no habría muerto. Es su culpa por aferrarse orgullosamente a su tierra. Incluso, si hubiera sido una amenaza, el soldado podría haber apuntado a una parte de su cuerpo que podría haberle incapacitado, pero ¿por qué molestarse en salvarlo? Es sólo un palestino.
“Es chocante ver el video del asesinato de Omar Badawi por las fuerzas de seguridad israelíes”, dijo Nickolay Mladenov, coordinador especial de la ONU para la paz en Oriente Medio, quien agregó que el palestino “no parecía representar una amenaza para nadie”. No obstante, nadie espera que se haga nada para que el asesino rinda cuentas.
No sé si el soldado disfrutó tanto haciendo esto como el incidente que se conoció recientemente, que data de mayo de 2018, en el que estuvo involucrado Karam Qawasmi. Karam intentaba entrar en Jerusalén, pero una soldada israelí lo detuvo y lo devolvió. Mientras se alejaba, con los brazos sobre la cabeza, la soldada le disparó por la espalda con una bala con punta de esponja. A diferencia de Omar, Karam sobrevivió.
Después de caer por el disparo, Karam recordó que “sentí un entumecimiento en mi cuerpo que duró unos cinco minutos”. “No sé exactamente quién me disparó, pero después de que me levanté, todos los soldados empezaron a disparar a mi alrededor, sólo por diversión”, dijo Qawasmi. De hecho ya había sido sometido a horas de humillación y palizas por parte de los soldados antes de que le permitieran marcharse. “Me embistieron [con un jeep], luego me llevaron debajo de un puente y empezaron a golpearme”, dijo Qawasmi.
El Sindicato de Periodistas Palestinos afirmó: “El video es un claro indicio de cómo las fuerzas de ocupación israelíes disparan deliberadamente contra los palestinos, a veces para entretenerse y a veces para mostrar su arrogancia; y, en la mayoría de los casos, los disparos se justifican con el pretexto de la seguridad”.
Este incidente muestra la actitud de los soldados israelíes hacia las vidas palestinas. O son un “juguete” o su sangre es barata. Otros incidentes confirman la total falta de valor que Israel le da a las vidas palestinas.
Sara Daoud Ata Tarayra (27), del poblado de Bani Neim (cerca de Hebrón), estaba casada y embarazada, y vivía en Hebrón; fue asesinada a la entrada de la mezquita de Abraham, en el Área H2[1] de la ciudad. Testigos presenciales cuestionaron la afirmación del ejército israelí de que había intentado apuñalar a un soldado.
Televidentes de todo el mundo vieron cómo el soldado israelí Elor Azaria se acercó al palestino Abdel Fattah Al-Sharif (de 21 años, que yacía herido en el suelo tras recibir un disparo de otro soldado), apuntó con su arma al joven inmóvil y lo ejecutó de un disparo en la cabeza. Mientras Azaria cumplía una sentencia simbólica de prisión por el asesinato, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu pidió su indulto. Se convirtió en un héroe popular.
Esa misma condición se otorgó extraoficialmente al colono terrorista Baruch Goldstein, que en 1994 asesinó a 29 palestinos mientras rezaban por la mañana en la mezquita de Abraham, en Hebrón. Su acto de terror fue recompensado con la división de la mezquita en una zona judía y otra musulmana.
La organización israelí de derechos humanos B’Tselem ha documentado las muertes palestinas en 2019. La pregunta que planteo es: ¿cuántas de estas personas palestinas habrían sido asesinadas de la misma manera en una democracia de estilo occidental? En los países donde existe rendición de cuentas y donde todas las vidas son valoradas, los soldados y policías saben que deben actuar dentro de la ley o enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Los asesinatos de palestinos/as que marchaban hacia la valla de Gaza (para exigir retornar a los hogares de los que ellos y sus familias fueron expulsados en 1948) cometidos por francotiradores israelíes han quedado esencialmente impunes. Israel afirma que no es necesario realizar investigaciones externas de sus crímenes porque lleva a cabo sus propias investigaciones. Sin embargo, como parte de esa investigación sobre los asesinatos de más de 200 palestinos/as en las casi 83 semanas de la Gran Marcha del Retorno, un soldado que mató a un menor palestino fue condenado a un mes de servicio comunitario[2].
El soldado mató a Othman Ramis Helles durante una protesta cerca del cruce de Karni, al este de la ciudad de Gaza, el 13 de julio de 2018. El fallo, citado por los medios de comunicación israelíes, afirma que el soldado disparó su arma contra el adolescente desarmado “desobedeciendo una orden que suponía una amenaza para la vida o la salud”.
Si Israel diera un valor real a las vidas palestinas, la sentencia sería proporcional a la pérdida de este joven. El padre de Othman, Rami Helles, dijo al New York Times que estaba profundamente decepcionado por el fallo. “Esperaba una indemnización y que lo encarcelaran por un período largo”, afirmó. “Esto es injusto.”
El reciente ataque de Israel contra Gaza, que comenzó a las 4:00 AM del 12 de noviembre con el asesinato extrajudicial del dirigente de la Yihad Islámica Bahaa Abu Al-Ata en un ataque aéreo (por considerarlo una amenaza inminente) ha dejado más de 30 muertes, entre ellas mujeres y niños/as inocentes.
Víctimas del ataque de esta semana. (Infografía del Ministerio de Salud Palestino en Gaza). Al día 15, los mártires son 36.
Los últimos son ocho integrantes [incluyendo cinco niños/as] de la familia Sawarkeh en Deir El-Balah, asesinada por Israel, dejando huérfano a un bebé.
La llamada “comunidad internacional” no enfrentará los crímenes israelíes ni insistirá en que se permita a las organizaciones de derechos humanos -que simplemente documentan esos crímenes- realizar este importante trabajo sin obstáculos. El caso del director local de Human Rights Watch, Omar Shakir, que probablemente será deportado en breve, es un buen ejemplo de ello.
De la historia criminal de Israel −desde su misma creación en Palestina, contra la voluntad de la población árabe nativa− se desprende claramente que la vida de las y los palestinos no importa. Incluso la notoria Declaración Balfour asumía que los judíos eran un pueblo, mientras que los palestinos no eran más que “comunidades”. Esa actitud continúa hasta el día de hoy. Los demás aliados de Israel y Gran Bretaña consideran que Israel puede usar la violencia a su antojo bajo el pretexto de la “autodefensa”, pero niegan ese derecho al pueblo palestino.
Para las y los palestinos sus vidas son importantes, pero al parecer no lo son para Israel, para sus aliados ni para el lobby pro-israelí. Si están interesados en la paz genuina, la encontrarán cuando las vidas palestinas les importen tanto como las vidas judías. Hasta entonces, lamentablemente muchas más vidas palestinas serán extinguidas por un régimen de apartheid brutal y asesino.
Niños de la familia Shawarka asesinados. El ejército israelí informó que ‘se equivocó’ y confundió a esta familia con la de un comandante de la resistencia (a la cual al parecer sí valía exterminar).
[1] H2 es la parte de Hebrón (Ciudad Vieja y alrededores) donde viven los colonos judíos ocupantes, y por lo tanto está bajo total control de los soldados israelíes, que cometen a diario todo tipo de abusos contra la población palestina. (N. de la T.).
[2] Fue el único sancionado por los más de 220 muertos, las decenas de miles de heridos y los centenares de mutilados. (N. de la T.).
Acerca del autor: El profesor Kamel Hawwash es un ingeniero británico-palestino con sede en la Universidad de Birmingham. Es comentarista de asuntos de Oriente Medio, vicepresidente del British Palestinian Policy Council (BPPC) y miembro del Comité Ejecutivo de la Palestine Solidarity Campaign (PSC). Escribe aquí a título personal.
Acerca de María Landi: María Landi es una activista de derechos humanos latinoamericana, comprometida con la causa palestina. Desde 2011 ha sido voluntaria en distintos programas de observación y acompañamiento internacional en Cisjordania. Es columnista del portal Desinformémonos y escribe en varios medios independientes y alternativos.
Fuente Original: To Israel, Palestinian blood isn’t just cheap, it is worthless, Publicado el 14/11/10
Fuente: Kamel Hawwash, Middle East Monitor / María Landi, Blog Palestina en el Corazón
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