Miércoles, 24 Abril 2024

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Sobre la falacia de la tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra

El pueblo palestino tiene el derecho legítimo, garantizado por las normas y leyes internacionales, de resistir a la Ocupación, al apartheid ya la limpieza étnica.

Por Sayid Marcos Tenório *

En los últimos años, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura - UNESCO, la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU aprobaron Resoluciones que reafirma el carácter de ocupante del régimen de apartheid israelí en las ciudades históricas palestinas. Las Resoluciones reiteran también que Jerusalén no es parte de Israel.

 

 

Jerusalén (Al-Quds), y las ciudades de Hebrón (Al-Jalil), el lugar de fallecimiento y donde está enterrado el profeta Abraham; y Belén (Bethlehem), la ciudad santa donde nació el profeta Isa (Jesús), fueron declaradas una vez más como parte integral de Palestina.

 

 

Es amplia la comprobación histórica que aleja cualquier conexión de las ciudades palestinas con los actuales ocupantes israelíes, o con los antiguos, citados en los libros sagrados y libros de historia, la mayoría con narraciones falsas para beneficiar a los ocupantes sionistas política e históricamente.

 

 

Las sucesivas Resoluciones de la UNESCO representan la derrota de la narración israelí de que esas ciudades históricas de Palestina pertenecieron a un llamado "pueblo de Israel" mencionado en la Biblia, pero que ninguna relación guarda con los actuales ocupantes sionistas.

 

 

Israel sabe que desde el punto de vista del derecho internacional, de la Carta de las Naciones Unidas y de las decenas de resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de la ONU, Jerusalén no le pertenece. Por eso insisten en la falsa narrativa histórica, como forma de engañar a la opinión pública mundial y seguir adelante con la ocupación y apartheid racista en Palestina.

 

 

Si no veamos:

 

 

1) Jerusalén es parte integral de Palestina y sus vínculos son milenarios. Los judíos nunca dominaron Jerusalén por un tiempo considerable. La insistencia de Israel en hacer de Jerusalén la "capital unificada" de la Ocupación sionista en Palestina, viola el derecho internacional y las diversas Resoluciones de la ONU. ¿Cómo es posible que un puñado de colonizadores europeos, utilizando una supuesta razón religiosa, invada, saquee, mate a los verdaderos dueños de la tierra, utilizando como justificación estar ungidos por el mandado divino? Hace seis mil años la tierra pertenece al pueblo palestino.

 

 

2) Desde la Resolución 56, del 19 de agosto de 1948, hasta la Resolución 2334, de 23 de diciembre de 2016 - que no fue impugnada por los Estados Unidos, el estatus internacional de Jerusalén, es el de ciudad "Ocupada" por las fuerzas de Israel.

 

 

3) Jerusalén es un Patrimonio de la Humanidad y la tierra en cuyo suelo están los restos mortales de miles de Profetas y luchadores por justicia. Es la tierra de Abraham, Moisés y Jesús. Ciudad sagrada para las tres principales religiones abraamicas. Sus cuatro barrios acogen a las comunidades cristiana, musulmana, judía y armenia, que habitaban desde hace siglos la ciudad de manera pacífica y tolerante, hasta la llegada y ocupación de los sionistas.

 

 

La lucha del pueblo palestino por su autodeterminación y el mantenimiento de Jerusalén como ciudad sagrada para todos los pueblos y capital de Palestina, no es sólo una cuestión de orden política, sino de orden religiosa y sagrada para todos los musulmanes, sean sunitas, chiitas o sufíes. La ciudad es el tercer lugar más sagrado, después de La Meca y Medina. Fue la primera quibla, el punto para el que los musulmanes se vuelven en las cinco oraciones diarias. Y hacia donde el profeta Mohamed hizo el viaje nocturno de Mecca a la mezquita sagrada de Al Aqsa, de donde ascendió al paraíso, hasta la presencia de Dios.

 

 

Es también sagrada para los cristianos, donde está ubicada la Iglesia del Santo Sepulcro, lugar de crucifixión y sepultura del profeta Jesús, y de su resurrección al tercer día de su crucifixión y muerte, después de haber sido acusado por la élite judía de blasfemia por declararse Hijo de Dios y sentenciado por el procurador romano Poncio Pilatos.

 

 

Arqueólogos israelíes como Wanklestein y Yuni Mizrahi, y el profesor de la Universidad de Tel Aviv, Rafael Greenberg, afirman que no hay absolutamente ninguna prueba histórica de la dominación de judíos en Jerusalén en el pasado, a no ser los registros históricos del Antiguo Testamento, de traducción muchas veces dudosa, sobre la deportación de los judíos de la ciudad y su peregrinación en el desierto del Sinaí. Y van más allá: no hay absolutamente ninguna prueba histórica y arqueológica de la existencia del templo de Salomón, en el lugar donde Israel dice que se encontraba o sobre la victoria de Josué, hijo de Nun, en la guerra contra los cananeos.

 

 

Es sabido que el profeta Moisés murió en el desierto sin conseguir llegar a Palestina y sin haber ordenado a sus seguidores la masacre de otras tribus o robar sus tierras, como hacen los israelíes actuales.

 

 

La información arqueológica ha sido falsificada en beneficio del ocupante. Incluso después de años de búsquedas incesantes, Israel no tiene como demostrar ninguna prueba de la posesión de la Ciudad Santa por los judíos en el pasado. No se tiene evidencia de ningún objeto donde esté escrito "Bienvenido al palacio de David", como ha afirmado la organización derechista Al-Aad, que desarrolló investigaciones sobre el asunto al costo de miles de dólares, sin que las conclusiones y pruebas han sido presentadas hasta hoy.

 

 

La liberación de Palestina es el tema que tiene la mayor dimensión internacional, humanitaria y civilizadora. Es una necesidad de la afirmación y del cumplimiento del derecho internacional, de la verdad y de la justicia.

 

 

El pueblo palestino tiene el derecho legítimo, garantizado por las normas y leyes internacionales, de resistir a la Ocupación, al apartheid ya la limpieza ética, con todas las medidas y métodos. Es un acto de autodefensa y una expresión del derecho natural de todos los pueblos a la autodeterminación.

 

 

El respeto a la justicia exige que se cumpla con el derecho al Estado palestino totalmente soberano e independiente, con Jerusalén como su capital a lo largo de las fronteras del 4 de junio de 1967, con el retorno de los refugiados y desplazados de sus hogares de los cuales fueron expulsado.

 

 

* Sayid Marcos Tenorio es historiador y secretario general del Instituto Brasil-Palestina (IBRASPAL).

 

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    publicado por: Lúcia Rodrigues
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